Realizar una sesión de fotografía gastronómica es sumergirse en un mundo donde la creatividad y la técnica, convergen para capturar la esencia de cada plato. El proceso comienza con una cuidadosa planificación, donde se elige el estilo de iluminación que resalte las texturas y colores de la comida. La disposición de los elementos en la escena juega un papel crucial, buscando la armonía visual y la conexión entre los ingredientes.
La elección del ángulo y la distancia focal es esencial para destacar los detalles y generar interés. Se exploran perspectivas que resalten la apetitosa estética del plato. El manejo de la profundidad de campo permite que ciertos elementos destaquen, mientras que otros se difuminan. Esto permite crear una composición visualmente creativa y atractiva.
Durante la sesión de fotografía gastronómica la paciencia se convierte en aliada, permitiendo ajustes precisos en cada toma. El juego de luces y sombras cobra vida, esculpiendo las formas y realzando los detalles. La postproducción se convierte en el toque final, afinando colores y contrastes para lograr una imagen que despierte el apetito con solo mirarla. Cada clic se convierte en un proceso técnico y artístico que culmina en la inmortalización visual de la exquisitez gastronómica.
